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En ese momento algo parecido a una mano se extendió y me tomó del cabello, y el Espíritu[a] me levantó entre el cielo y la tierra y me llevó en la visión divina, a Jerusalén, hasta la puerta de la entrada norte donde habían colocado el ídolo tallado que enfureció a Dios. De pronto apareció la gloria de Dios de Israel en todo su esplendor, como en la visión que tuve en el valle. Me dijo: «Hijo de hombre, ¡mira hacia el norte!» Así lo hice y vi que allí, al norte de la entrada del altar, estaba el ídolo que enfureció a Dios.

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Footnotes

  1. 8:3 el Espíritu o un viento.